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El largo y cálido verano de 2080
Fuente: deia.com
El cambio climático convertirá a Euskadi en un 'Mediterráneo' pero perderá la mitad de sus playas.
El pasado domingo, el día de junio más caluroso en cien años, el termómetro marcó 41,6 grados en Laudio. Eran los dos menos diez de la tarde y Euskadi ardía. La ola de calor, por suerte, terminó en un par de días, pero los científicos creen que estas efemérides extremas serán cada vez más frecuentes y tendrán mayor duración. También en Euskal Herria, cuyo clima templado y húmedo se verá afectado por las consecuencias del cambio climático que, con seguridad, provocará grandes cambios en los hábitats de todo el mundo, con sus consiguientes impactos sociales y económicos.
¿Existen fórmulas para predecir cómo será Euskadi a finales del siglo XXI, pongamos que en el año 2080? "Resulta francamente complicado responder porque, aunque sabemos que están variando las temperaturas medias, es extremadamente difícil establecer una relación entre el clima, que es a largo plazo, y la meteorología, del día a día, en un lugar concreto", explica Ibon Galarraga, investigador del Basque Centre for Climate Change-BC3 (Centro Vasco para el Cambio Climático). Los escenarios del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) sugieren para Euskadi aumentos de 1 a 2 grados en verano y de 3 a 4 en invierno. "Pero estas estimaciones están sujetas a muchas incertidumbres y dudas. Pero es que, además -avisa Galarraga-, existe una probabilidad pequeña, pero muy real de que los impactos sean realmente catastróficos".
Pero no hace falta ponerse en lo peor para advertir que la Euskadi de 2080 será sustancialmente diferente, aún en el escenario más optimista. Además de hacer más calor, las precipitaciones disminuirán, crecerá el nivel del mar, retrocederán las playas, habrá episodios frecuentes de temporales, oleajes extremos e inundaciones y se producirán migraciones de especies animales tanto en la mar como en tierra. También habrá que modificar los cultivos, aquejados con más frecuencia por sequías y enfermedades, que también atacarán al ganado, los bosques sufrirán especialmente y habrá hábitats en extinción. Las ciudades se convertirán en islas de calor, lo que puede aumentar la mortalidad, y las infraestructuras correrán peligros diversos debido a los fenómenos meteorológicos extremos. Todo ello influirá en sectores tan claves como el turismo. Habrá que contar asimismo con los fenómenos migratorios, ya que buena parte de la península está en peligro de desertización, incluida el área de Rioja Alavesa y el sur de Nafarroa.
¿Hasta 45 grados? La comunidad científica internacional lleva dos décadas tratando de predecir qué pasará si la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera derivada de la quema de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) sigue aumentando. Los escenarios diseñados para Euskadi no dejan margen a la duda.
En breve el Gobierno vasco publicará los resultados del proyecto K-Egoitzen Cambio Climático: impactos y adaptación, coordinado por la Unidad de Medio Ambiente de Tecnalia. El proyecto parte de un escenario de incremento de temperatura anual que divide en dos a la Comunidad Autónoma Vasca. En la zona costera las temperaturas aumentarían de media de 1,5 a 2 grados en invierno y de 4,5 a 5 grados en verano. La zona media y sur de la CAV resultaría más afectada por el cambio climático: en verano los termómetros llegarían a aumentar entre 5,5 y 7 grados. A consecuencia de estas temperaturas, a partir de 2020, las olas de frío serán anecdóticas. Por el contrario, se sufrirían más olas de calor y más largas. Y lo peor: esas temperaturas extremas serían más extremas si cabe, con 2,6 grados de media más. Visto lo visto el pasado fin de semana, no sería raro que Euskadi sufriera olas de calor de hasta 45 grados.
Las precipitaciones caerían de forma considerable, sobre todo en verano. Por el contrario, aumentarían las jornadas de lluvia muy intensa. El cambio climático también afectará al nivel del mar: para finales de siglo el calentamiento del mar se situaría entre 1,5 y 2,1 grados, y el ascenso del nivel del mar, entre 29 y 49 centímetros, mientras que se multiplicarán los episodios de oleaje extremo.
Las consecuencias serían múltiples. Por una parte, más riesgo de incendios, mayores épocas de sequía, empeoramiento de la calidad del aire y aumento de demanda de consumo energético para los sistemas de refrigeración. Las viviendas, posiblemente, contarían con aire acondicionado para combatir el intenso calor, cosa infrecuente hasta el momento por estas latitudes. Finalmente, los expertos apuntan a un aumento de la mortalidad debido a las olas de calor, lo que no resulta descabellado si nos atenemos a la multiplicación de personas atendidas el pasado fin de semana por golpes de calor, que incluso provocó el fallecimiento de un niño de 11 años en Araba. También se incrementarían los episodios agudos respiratorios, especialmente, las alergias.
El medio costero sería uno de los más afectados por las consecuencias del cambio climático. El crecimiento del nivel del mar haría retroceder el 40% de la superficie de las playas vascas. La línea de playa se retiraría entre 11 y 13 metros. En consecuencia, habría arenales que desaparecerían en la práctica, ya que las infraestructuras construidas en la línea de costa como carreteras, paseos o incluso viviendas impediría el traslado de la arena o una migración natural de las dunas.
Donostia, Bermeo... Cada vez serían más frecuentes y con mayor intensidad los temporales de oleaje que, cada cierto tiempo, suelen inundar el Paseo Nuevo y la Parte Vieja de Donostia, o que en los últimos tiempos se han cebado con el rompeolas de Bermeo. La orientación de las marejadas también puede variar. Los más afectados, los estuarios, esto es, las zonas donde se asientan las poblaciones costeras, especialmente Donostia y la desembocadura de la Ría de Bilbao. "Todo indica que algunas de las infraestructuras de protección actuales pueden no ser tan eficaces como hasta ahora", advierte Ibon Galarraga. Estimaciones recientes del BC3 sugieren que el daño asociado a aumentos del nivel del mar en las costa vasca podría fluctuar entre 80 y 200 millones de euros para el año 2080. Las inundaciones en las cuencas de los ríos también serían más frecuentes. Los costes económicos de estas pérdidas crecerían el 56%.
El impacto llegaría también a los ecosistemas marinos. Aparecerían especies de aguas más cálidas en detrimento de otras frecuentes en aguas frías. Los cambios y pérdida de la biodiversidad marina serían especialmente notables en Urdaibai, que verá el fin del 40% de su hábitat.
En el sector agrario, los impactos serían notables, aunque pudieran ser beneficiosos o dañinos dependiendo de la vulnerabilidad de las distintas especies y de su capacidad de adaptación. Neiker-Tecnalia, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, ha investigado en profundidad el caso de la vid. Los efectos no serían positivos: aumento del grado alcohólico, disminución de la acidez total, pérdida de aromas, envejecimiento acelerado, y reducción del vigor y del rendimiento.
Los bosques vascos se verían muy afectados. Una consecuencia chocante tendría que ver con la disminución de las precipitaciones, que podría provocar que los bosques inviertan su papel de sumideros, para transformarse en emisores netos de carbono a la atmósfera, convirtiéndolos en generadores de más calentamiento global. Los investigadores también predicen una reducción de la superficie adecuada para las especies actuales y un hábitat potencial de especies mediterráneas. El roble tendría las de perder, frente a otras especies, como el alcornoque.
Todo un panorama que debe llevar a la reflexión pero también a la acción. Ibon Galarraga, del BC3, lo tiene claro: "Es fundamental incorporar toda esta incertidumbre y gestión del riesgo en la toma de decisiones; hay que prevenir, estar preparados y ser flexibles para una aceleración de los cambios que hasta ahora están siendo moderados. Deberíamos de ser capaces de tomar las decisiones teniendo en cuenta los daños que podemos generar para las nuevas generaciones, es decir, teniendo en cuenta criterios de sostenibilidad".